Aquella tarde, el abuelo de mi hijo que es mi padre, me preguntó: ¿le has dicho a tu hija “haz de una vez lo que te mandé”?, y ves y dile a tu abuela que ya nos podemos ir. La abuela fue a coger el sexto cesto de la estantería y me dijo: ¿Has hecho caso a tu padre y me has traído el cazo, para sacar agua del pozo? Yo contesté: No, no lo he traído, porque tenía mucho poso. Me fuí del pazo con paso ligero. Sin darme cuenta de que llevaba el brazo todo rosado de haberme rozado, nadando braza. Iba pensando en la carne a la brasa que me iba a preparar mi madre, cuando de pronto pensé, otra vez se me ha olvidado hacerle caso a mi madre.